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martes, 27 de noviembre de 2012

Otra vez Max.

Desayuno de Max. Esta mañana. 8.00 a.m:


Mi amigo Max me informa de que su revista tendenciosa, amarillista y pendenciera, le ha enviado, vía puente aéreo, hasta Barcelona. Durante varios días debe entrevistar a políticos de diversa índole y recoger toda la información posible a cerca de las recién celebradas elecciones allá en ese pequeño país que está en el norte, en una esquinita, apartado, que diría ese anacoreta del siglo XXI llamado Pep.

Miedo me da. Max de política sabe lo mismo que yo de la pasarela Cibeles. Él distingue a los políticos, no por sus partidos o tendencias ideológicas (si las tuviesen), sino por sus peinados, marcas de gafas o formas de vestir. Me da la impresión que su trabajo periodístico va a impregnarse más de Razzmatazz que de Parlament, más del Raval ,Gràcia y Eixample Esquerra (por supuesto) que de Parque de la Ciudadela.

En fin. Estaré al tanto de sus noticias y las haré saber por el Blog y por estos lares. Catalunya, tiembla. Max ya está en El Prat. Se ha bebido dos bloody mary para desayunar, habla y ríe muy alto de buena mañana y no entiende de independencia. Su madre le sigue planchando las camisas y llora a moco tendido, afligido y desolado, cuando su iPhone se estropea. Un caso, oigan. Pero es mi amigo (qué le voy a hacer). Seguiremos informando. 



 

 Max escuchaba en sus cascos a Le Tigre nada más poner sus pies en suelo catalán. Le gusta la música adictiva. Entre otras cosas adictivas.


viernes, 23 de noviembre de 2012

Un buen día


La del teclado de Pin La lá es la que está en el centro de la foto, en la parte de arriba. Del resto del grupo no me pronuncio, por lo menos ahora.
 
 
 
Día duro para mí, este 22 n que acaba de dejarnos. Largo, duro y sin chiste, que quizá eso sea lo peor. Bueno, no. Lo peor, y hablando muy en serio, es que lo he aguantado con cuarenta otoños y haciendo una vida saludable. Manda cojones. Soportar un día así al natural, casi ultra vegano (mega-guay-de-la-muerte), sin la ayuda inestimable de mi subcomandante  Di-o  y su mercancía milagrosa, en otra vida, en otro tiempo, en otro lugar y quizás, también, todo sea dicho, en otro cuerpo diferente al que ahora pertenezco. Sin una triste, pero leal y melancólica borrachera. Sin aditivos ni conservantes. Así, tal cual. Tan soso, vacuo y anodino. Así me he tenido que tragar este dichoso día.
Al levantarme, fui conocedor por mis heces –que así es la vida informativa de un vegano ultra- de que Lana del Rey, Cristiano Ronaldo, Messi  y Artur Mas siguen estando bien cuando salen de mi vientre. Mucho más tranquilo, sabiendo que entonces el mundo iba a girar hoy sin problemas,  leyendo la prensa me he cerciorado de que Alicia Sánchez Camacho es de letras puras y que no se sabe maquillar, de que en Camden le van a hacer una estatua a su diva y otra  a su dealer, de que Björk no ha dedicado su nuevo trabajo, “Bastards”, a ningún político español (palabrita de gafapastas mayor), de que la Rolling Stones es ya  el suplemento del Hola y de que a Israel hoy, por fin, le ha dado por dejar el exterminio palestino para otra ocasión.
Después, en el trabajo, me he puesto a soñar –no me atrevo a decir que despierto- y me ha parecido ver a Pérez Reverte, Almudena Grandes, Paulo Coelho  y Ruiz-Zafón llorando a moco tendido porque un crítico cuarentón los ha puesto a parir, con toda la razón del mundo, mientras yo quemaba todos sus ejemplares de un Corte Inglés y ellos agotaban sus billetes de 100 euros, arrugados, acuosos y moqueados. Los de 50 los habían dilapidado antes en otros menesteres. Bueno,  todos menos Coelho, que él  los gasta en otras cosillas. Los había donado a un Centro Comercial especializado en productos budistas y alimentación vegana.
Cuando he despertado del sueño, ya era la hora de irse a casa, así que me he desperezado, he mirado con desprecio a los pelafustanes de mis compañeros y le he dejado una nota taimada a mi jefe, digna de un personaje ladino, lleno de astucia y bien alejado de la mediocridad del resto, como me considero, pidiendo un más que merecido aumento de mis honorarios.
Más tarde, tumbado en el sofá, he seguido la palabra de Fante, me he mirado el ombligo unas cuarenta veces y harto de tanta veleidad  insoportable, he decidido echarme una siesta tardía.
Como casi empalmo con la hora de la cena, me he visto en la disyuntiva de pedir doble ración de cerdo agridulce o una triple cheese burguer con triple de todo,  por teléfono. Como la decisión se me antojaba complicada de cojones, he tirado por la calle del medio y he encargado ambos manjares. Cuando he terminado la cena me he acordado de que era ultra vegano, y la verdad, me he sentido fatal. Francamente, muy, pero que muy  mal. He estado a punto de vomitar y todo. Pero luego me he parado a pensar “y por qué me he hecho yo vegano de las mil putas”, y me ha venido la mente La Vane, la cajera del Mercadona al que voy a comprar. Al tontear con ella, me comentó que solo conseguiría llevármela al catre si  me iba ese rollo ultra-mega-guay, ya que ella era militante y no toleraba relación sexual alguna con alguien que no fuese de su misma especie. Yo me dije “coño con las Yolis… cómo ha cambiado el cuento”, y me tiré al ruedo con una historieta de tintes ponzoñosos y bastante abyectos por mi parte. Pero la verdad es que llevaba dos meses sin follar, y la cabeza que pensaba entonces es la misma que la que lo hace ahora. Es decir, la de siempre.
Bueno, pues que como el recuerdo de La Vane me ha regalado al final del día una erección de considerable magnitud y la vuelta a mi realidad omnívora, he recapacitado y fruto de ello, he decidido que mejor me iba a la cama a dormir, previo post lamentable o libelo antivegano, que siempre viene muy  bien como sesión relajante  y psicoanalítica.
Cansado tras un día arduo e inaguantable, pero menos estresado  gracias a este escrito, y por supuesto a La Vane, finalizo haciendo resumen de la buena música que he disfrutado hoy, y de las veces que me he enamorado. Mientras me quedo dormido, exhausto, casi reventado de tanto esfuerzo vital, repaso mis amores del día; Kirsten Dunst,  Noomi Rapace, Leonor Watling, Sofia Coppola, la del teclado del Prin La Lá… “No está mal”, susurro entre resoplidos(y algún conato de ronquido). No he visto meter un gol a Mendieta realmente increíble, ni me ido con Erik a meterme cuatro millones de rayas, pero ya, entre sueños, sonrío y grito,  “ha sido un buen día, ¿Verdad, Jota?”.
Buenas noches.
 


viernes, 16 de marzo de 2012

Si bebes no la cagues (y VII). Epílogo.


Este es el The End de la historia


(Días después de cometer la estupidez)


Uno, a veces (veces como esta por lo menos), se pone en modo mindmen y es entonces, cuando fumando la calada del pensamiento definitivo, se da cuenta de que necesita un trago para consumar ese complejo momento de cavilación, ese instante de soledad e introspección, ese intervalo que separa al ser vivo del ser humano. Un examen de conciencia secular, lego, apegado a la tierra, sin necesidad de coronar mundos celestiales para alcanzar deidades y omnipotencias.

¿Quién necesita religiones, taladradoras dogmáticas o salvadores de la patria para tan extraordinario ejercicio, teniendo la dosis de soledad precisa y preciosa, un paquete entero de lucky y una botella de Emilio Moro recién descorchada?

Uno, que es muy dado a la película, al drama colosal y a la componenda lenta, bucólica, parsimoniosa y fotográfica, se sirve una copa de vino del de sumo retrogusto. Vino de temple, de sabor profundo, de paladar áspero y recuerdo indefectible. Un vino de los que invita al ejercicio de la batida interna, a la búsqueda de la verdad recóndita de nuestro YO más certero.

Como uno, a veces (muchas), es duro de caletre y no logra centrarse con facilidad en tareas de tanto fundamento, termina la botella de vino sin haber ahondado demasiado en el asunto y se sorprende de que apenas le queden un par de cigarros en la recámara. Uno se da cuenta. Es algo que no se le escapa ni al menos observador del universo. Se ha emborrachado de nuevo y no ha solucionado ni los “qué” ni los “porqué”, ni las causas ni los efectos, ni las razones ni los sentimientos, ni las carencias ni los excesos.

Es cuando entre la vigilia y el sueño, con la canción Machu Picchu de fondo (todavía no le he encontrado sentido a la coincidencia, la casualidad o la causalidad), sin necesidad de encontrar una montaña a la que subir, uno se da cuenta de que la llanura también puede ser reconfortante. ¿Es eso resignación? No creo. Uno no puede perder el partido si ni siquiera ha empezado a jugarlo.

Es curioso como uno, muchas, muchas veces, necesita emanciparse, abstraerse, evadirse en definitiva, de la realidad, drogando su conciencia para que precisamente ésta realice su labor. En estado de sobriedad, sin embargo, se escabulle y se refugia entre el yo colectivo, el rebaño mediático y la soledad compartida, entre la muchedumbre que roe y roe corazones y conciencias.

Ahora pienso en Daniela. Tumbado en el sofá sonrío su recuerdo a través de la foto que encontré el otro día, entre las páginas de un libro de poemas de Joan Brossa (siempre me hizo mucha gracia). Pienso en su felicidad y en lo mucho que la quiero y en lo necesario que era alejarme de ella para dejar que escalara su montaña. Sin rémora. Sin exceso de equipaje. Sin alguien que anhele más su soledad que a ella misma. No sé si algún día me perdonará.

Pienso en mi desdoblamiento con Max, en mi reflejo al otro lado del espejo, en su estúpida sonrisa, arrogante y altiva, en la momentánea necesidad de sentirme otro, mientras acepto al dueño de mi cuerpo. Pienso en fumarme el penúltimo cigarro, en abandonar el miedo que a veces me invade al sentirme feliz estando solo, en dormir de un tirón, en no soñar de una vez con nada ni con nadie. Pienso en que mañana, por fin,  debo empezar a ser yo.




viernes, 9 de marzo de 2012




Me voy a Madrizz. Me voy acompañado por Naúfragos. Por si acaso. Nunca se sabe dónde puede acabar uno.


Las palabras no dichas siempre se envenan... (Juan Alberto Mutante).

Crónica de un instante





La historia más breve jamás contada sucede ahora. Bueno (Ya). Tampoco ha sido gran cosa.






jueves, 9 de febrero de 2012

El esperpento de mi barrio. Dionisio, el clembuterol, el Metadonna, la profe buenorra y el pelirrojo indomable.

 El Dionisio, un camello muy risueño de madre vietnamita.


Vengo un poco dubitativo y contrariado de la calle. Esta puta incertidumbre que se cierne sobre mí como un  banquero ante su próximo embargo, es culpa exclusiva  de Dionisio, el camello del barrio. Regresaba yo de mi compra semanal en el Metadonna y el Di-o, como le llaman por aquí a este capullo desdentado, me ha asaltado en la esquina del colegio (su hábitat natural cuando no está en el Félix tomando cañas o Larios con pessi).

- Shhh.. eh, veshino, mira la merca que me he agenciado...
- Di-o, tío, que voy muy cargado ahora; déjalo...
- Que no, que no, compadre, que esto es diferente. Te va a molar fijo. Ya sabes que el Dioniosio no te engaña.
- Bueno, eso lo podríamos discutir tú y yo,  porque acuérdate cuando te pedí lo de la fiesta de fin de año...
- Calla, calla, eso son pollas en vinagre... Esto si que es gloria bendita y no la mierda de siempre - Mientras me quitaba la palabra de la boca, como de costumbre, me ha mostrado un frasco de plástico con unas píldoras de color bermejo, muy sugerentes, llamativas, casi irrenunciables.- Qué...qué me dices...-
- ¿Qué coño es eso?
- Clembuterol, tío. Puro y duro. Lo mejor que puedes pillar en toda la ciudad.
-¿Qué? Pero que haces tú con ... Además es Clenbuterol, con ene...
- Eso será en inglés, cara haba, y aquí estamos en España, ¿entiendes? Cuando te juntes con toda la peña esa de gafapastas y listillos, con la que estás todo el día onfair, obcors, y todas esas mariconadas, hablas como quieras, pero aquí, con el Di-o, en espanich.
- Bueno, lo que tú digas, pero ¿de dónde lo has sacado?
- Pues nada... Ha pasado un ciclista a toda hostia, que bajaba de cumbres verdes, y como si fuera un avituallamiento de esos del Tour, me ha pasado la merca a cambio de un gramo de farlopa y una bolsa de maría de tercera generación. Decía que ahora le venía mejor para no sé que cojones de carrera...
- No me jodas...
- Pues sí... Es lo que tiene estar tan bien situado. Qué te voy a contar... Venga, el bote con 60 pirulas por cincuenta napos...
- Sólo llevo treinta.
- Cuarenta y salgo perdiendo...
- Toma los treinta... y cinco que llevo suelto, y te jodes, que me debes la vuelta de la otra vez...
- Hijo puta el poeta, cráneo privilegiado...
- Eh, ¿y tú cuando has leído eso?
- Lo qué...
- La sinécdoque del borracho en Luces de...bueno, mira, da lo mismo.
- Si, porque dices unas gilipolleces que ya te vale, á-eh.
- Toma, el puto dinero, que me largo.
- Espera, vamos a fumarnos un canutillo para despedirnos, ¿no?

Ha sacado un chivato lleno de marihuana, se ha liado un porro en menos de diez segundos con la mano izquierda, lo ha encendido y me lo ha pasado tras darle una calada tan vehemente como abominable. La maría estaba de cum laude y me he ido dando tumbos con mi bolsa de la compra semanal y el bote con pastillas de colores.
Antes de abrir el portal, una ráfaga de viento fresco, proviniente de la Sierra,  ha sorprendido al cretino de Dionisio, y todo el contenido del chivato ha salido volando en dirección al patio del colegio de primaria, ante el alborozo de varios críos de seis años que estaban apostados en la verja de la entrada. Uno de ellos, pelirrojo y cabezón, ha sacado un mechero de su bata comida de mierda y ha comenzado a gritar no se qué de una rave...


El niño pelirrojo, pasó de la señorita Mercedes y organizó una rave histórica en el recreo. A partir de entoces sólo responde al nombre de Pete-rojo Doherty. El ministro Wert tiene un grano en el culo con este niño.


El caso es que ahora, mientras se oye desde mi casa el if you want to be a bird, entonado por los niños de primero "B" junto a su señorita Mercedes, la seño buenorra, y una fogata impregnada de olores envolventes, me siento bastante desconcertado (y colocado, en ayunas) con el bote de clembuterol (en español) postrado en la encimera de la cocina, justo delante de mi.
Tengo la sensación de haber perdido treinta y cinco euros. Me duele la cabeza. Los niños cada vez gritan más fuerte y la seño Mercedes, la buenorra, parece desbocada. No tengo bici. No hago deporte. Y la bolsa del Metadonna está chorreando. Los huevos, como de costumbre, se me han chafado. Fijo.





martes, 7 de febrero de 2012

Como la vida misma

"¿Por qué hasta las piedras se rompen ..? ¿Por qué lo llevamos tan mal ..?" (Julio De La Rosa)
Dura      bella a veces
Dura      dura
enfermiza    alegre    delirante    espesa    difusa
hija de perra    insoportable     áspera    dolorosa
dulce    suave    agradable
odiada/amada     aborrecida/deseada
i n o l v i d a b l e
Puta       bella a veces
Puta       puta

Pero siempre indefectible
necesaria
a pesar de todo   



El anzuelo (Julio De la Rosa)



viernes, 3 de febrero de 2012

UN POEMA DE RAYMOND CARVER TRADUCIDO POR ROGER WOLFE

Visitando a Manuel Vilas (con ese, coño), me he topado con este poema de Raymond Carver, que no he dejado de leer desde hace un buen rato. Manuel, aparte de ser de su puta madre y de puta madre, como le menta Mal-herido, o ser el precursor de un nuevo género literario,  la Literatura de la Buena Gente, según la chica Luna, siempre está dispuesto a hacer regalos muy especiales.







MIEDO
Miedo de ver un coche de la policía pararse delante de casa.
Miedo de dormirme por la noche.
Miedo de no dormirme.
Miedo de que resurja el pasado.
Miedo de que el presente emprenda el vuelo.
Miedo al teléfono que suena en medio de la noche.
Miedo a las tormentas eléctricas.
Miedo a la mujer de la limpieza que tiene un grano en la mejilla.
Miedo a perros de los que me han dicho que no muerden.
Miedo a la ansiedad.
Miedo de tener que identificar el cadáver de un amigo.
Miedo de quedarme sin dinero.
Miedo de tener demasiado, aunque la gente no se lo crea.
Miedo a los perfiles psicológicos.
Miedo de llegar tarde y miedo de llegar el primero.
Miedo a la letra de mis hijos en un sobre.
Miedo de que mueran antes que yo, y me sienta culpable.
Miedo de tener que vivir con mi madre en su vejez, y la mía.
Miedo a la confusión.
Miedo de que este día acabe con una nota triste.
Miedo de despertarme y ver que te has ido.
Miedo de no amar y miedo de no amar lo suficiente.
Miedo de que lo que amo tenga consecuencias fatales para aquellos a
los que amo.
Miedo a la muerte.
Miedo de vivir demasiado tiempo.
Miedo a la muerte.
Eso ya lo he dicho.
 
 
 

viernes, 27 de enero de 2012

Poesía en libertad condicional

By Zireja




¡¡Qué divertido lo que escribo
cuando estoy aburrido!! (Antònia Font)






Puedo escribir en la penumbra
o con el haz de luz que penetra horizontal     inviolable
sin permiso
como siempre     por la ventana de la cocina

puedo hacerlo mientras se masturba
la vecina de enfrente    mientras la espío
y recuerda
otro lugar    y otro tiempo   y otra vida    diferente

puedo escribir     observando
las sombras que habitan en mi habitación   de nuevo
puedo hacerlo en rojo como siempre
a lápiz como antes o en mayúsculas
como nunca

puedo escribir en las paredes   y de paso
puedo subirme por ellas    puedo    puedo
en papeles rotos    servilletas usadas    retretes públicos
en mi frente   en tu cara   en la luna
en sueños   encima   enseguida
en tu casa o en la mía

puedo escribir sin permiso   por cojones    por desidia
puedo encontrarme con la disyuntiva     escribir o no escribir
pero al final termino escribiendo
discursos    opiniones    versos    delirios    canciones   

estupideces

puedo escribir ME
puedo escribir TE
puedo dejar de hacerlo

y podría






lunes, 23 de enero de 2012

Si bebes no la cagues (VI)

El segurata que quería ajusticiarme, en una instantánea previa a su primera comunión. Más tarde, el buen chico decidió pasarse al lado oscuro.



(El momento justo de la estupidez y sus inmediatas consecuencias).


En ese momento, sin ninguna explicación racional más allá que la puramente lisérgica, me levanté del suelo como pude, quiero imaginar, y casi todo ocurrió como a cámara lenta. Mejor dicho, todo lo que me rodeaba, incluidos Max, el negro 2x2 y la supercani tetona-traidora, iba a un ritmo estándar, como los vinilos de 33 rpm, mientras que yo, envuelto en una extraña, pero increíblemente agradable nebulosa, me cagaba en dios a 45, e incluso 78  rpm. Me sentía etéreo, volátil, sublime y muy por encima de todos los allí presentes. Podría haberles cagado desde mi gloria de las alturas, esparciendo mi legado pseudomoral a través de una lluvia escatológica sin parangón. Podría haberme convertido en el puto neoNeo, en una especie de Robin Hood con forma de ninja justiciero, repartiendo hostias como panes entre todos los quinquis pastilleros, gañanes y paletos; todas sus novias yolis, putones de barrio con anhelos de putón de reality televisivo; el segurata, negro, zaíno, de padre bragado y a punto de ser astifino, de 130 kl, que quería partirme las piernas y el careto; la gorda de su novia, embaucadora, maquiavélica e hija de la gran puta; e incluso entre el grupo de intelectualillos, reivindicativos de lo obvio, encabezado por el subcomandante para esos menesteres, Maximiliam.

Podría haber hecho todo eso y mucho más en el estado en el que me encontraba. Pero justo al levantarme, tras oír el graznido de Max, observé como éste me hacía claramente la señal de los alicates (haciendo una especie de tijera con los dedos índices), que habíamos aprendido hacía años, en el instituto, para otros fines porculeriles de adolescentes. Sin más dilación, el inconsciente amanerado le propinó una patada en los cojones al gigante negro y a toda velocidad se agachó tras él, agazapado como una tortuga asustada. Sin pensármelo dos veces, hice gala de una exquisita técnica en aquel juego infame de niñatos abúlicos; le di un empujón con todas mis fuerzas al Shrek moreno, que se quejaba, haciéndome una especie de reverencia dolorosa, y Goliat fue derrumbado al desequilibrarse con un "objeto", deliberadamente arrodillado y protegido.  Tras el  batacazo, volví al mundo de la velocidad "real".

Con nuestra victima en el suelo, cogí los abrigos y salí corriendo, abriéndome a golpes y codazos entre la muchedumbre.

- ¡Vamos Max! ¡¿A qué esperas, coño?!

Miré hacia atrás fugazmente mientras gritaba. Entre luces rojas, verdes y moradas, y destellos intensos de claridad producidos por barras de leds blanco puro, precedidas de unas décimas de oscuridad, me pareció ver como Max le daba otras dos patadas en los huevos al negrazo, aprovechando la situación desguarnecida de un tío tan grande en el suelo, todavía aquejado del primer impacto, seco, fulgurante y efectivo (Max siempre había sido un maestro en lides de pateamiento). También observé como se agachaba y cogía algo, pero como una bala se puso a mi zaga. Salimos de la Cosera corriendo como auténticos keniatas en un mundial de cross y no giramos la cabeza durante un buen rato.

Cuando los pulmones no dieron más de sí y la saliva me supo a sangre, paré de golpe. Estábamos a más de un kilómetro de la sala y nos habiamos perdido entre un maremágnum de callejuelas, que eran totalmente desconocidas para mí. Miré hacia todo los lados. No había nadie, no parecía que nos hubieran seguido hasta allí. Max se paró también, nos miramos al mismo tiempo, en silencio, con las caras casi desencajadas del esfuerzo y de la tensión vivida, y de pronto, al unísono, empezamos a reírnos como salvajes, añadiendo a las carcajadas algún que otro grito, que denotaba alivio, alegría a borbotones y restos de la adrenalina consumida.

Nos encendimos un cigarro y lo disfrutamos más que si hubiéramos echado un buen polvo. No nos decíamos absolutamente nada. Sólo fumábamos felices, inhalando el humo de la victoria. Estábamos deleitándonos con el momento, lo viviamos con todos nuestros sentidos a flor de piel, y en ese instante nos sentimos invencibles. Los putos amos del mundo. Pocas veces en mi vida he tenido una sensación similar a la experimentada en ese oscuro callejón, alejados de todo el ruido, apoyados en un Seat Ibiza rojo, mientras el lucky se consumía al son de nuestra sintonía muda. En silencio es como mejor se asimilan los grandes triunfos. Esa misma noche estaba siendo consciente de ello.

- ¿Qué es eso? - Pregunté. rompiendo el momentazo, cuando ví a Max sacarse una especie de cartera de cuero muy usado.

- Nuestro fin de semana subvencionado.

- ¿Qué?... ¿Qué quieres decir con...? No, no habrás sido capaz... ¡Hijo de puta!, dime que eso no es...

- ¡La cartera del segurata cabrón! - Vociferó Max, mientras reía de nuevo como un poseso- Mira tío, 300 napos llevaba el muy bastardo... y marihuana... parece buena, a ver como huele... umm... ¡Pura vida, hermano!- Me dijo, emulando a Denis Hopper en Easy Rider.

La noche continuó siguiendo las directrices maxistas, es decir a full, sin contemplaciones y sin demasiada coherencia ni templanza, hasta que nos fundimos practicamente los 300 euros y la bolsa de maría, alternando algún viaje a los lavabos de La Terna, y posteriormente de la Bonney. Fue una noche gloriosa. Una gran fiesta en la que los protagonistas absolutos fuimos Max y yo. Todo lo demás nos daba lo mismo. Recuerdo vagamente ser feliz, olvidar la pose de chico atormentado y disfrutar como un crío de aquel momento.

Sé perfectamente que se lo debo a Max. Puede que lo necesite. Puede que incluso llegue a quererlo un poco. Algún día.

(Continuará... para terminar ya, de una vez)




domingo, 15 de enero de 2012

Tarde de enero, gris, tendiendo a la oscuridad. Lluviosa. Perfecta para el recuerdo.

La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.
(Jorge Luis Borges)



Buscando en el pasado imágenes para un amigo que se va muy lejos.
 Rascando el corazón para dejarlo en carne viva.
Observando las gotas de lluvía deslizándose por la ventana de los recuerdos.

Así paso esta tarde
tarde gris de domingo
domingo de enero.






sábado, 14 de enero de 2012

Si bebes no la cagues (V)

 Esta fue una de las últimas imágenes que pasaron por mi mente, antes del fatal desenlace con el negro 2x2.



(Justo un momento antes de cometer la estupidez)

Caminando alegremente con mi gorda tetona, las dos birras y un cover de Two Doors Cinema Club bastante bueno, sonando a todo volumen, sentí como fluctuaba por la sala bailando de forma arrítmica, como de costumbre, mientras estrujaba hasta la última gota de ese momento de felicidad, que colmaba cualquier expectativa previa de la noche (si es que había concebido alguna, más allá que la de no recibir cien llamadas de Max diciéndome que fuera ya de una vez, o la de bajar al Mercadona a comprar cerveza, tras confirmar que la nevera estaba vacía).

Mi levitación vía carpe diem, de procesión a los lavabos, se vio truncada de golpe y porrazo por un “chico” negro de proporciones desmesuradas que no entraba en los márgenes de mi visión, ni con Full HD 1080p instalado. El negro mastodóntico tenía un cuello en el que se podía hasta torear y sus musculadas mazas no hacían augurar nada bueno para la integridad de mi cara. Del empujón que me dio (para empezar a hablar) por poco me incrusta en la puerta de los servicios de las chicas (cosa que probablemente no hubiera estado nada mal).



-          No lo mates Toni, no lo mates… -Gritaba la gorda, con una compasión de palo, que no convencería ni a Bigas Nula obnubilado con sus mamellas (Ahí lo empecé a ver todo muy, muy negro. Sin coñas.).

-          Al soplapollas este lo machaco aquí mismo. No voy ni a sacarte a la calle… ¡¡Qué coño hacías con mi chica?! ¡¿Quién cojones te crees que eres?!

-          No…No es lo que parece –Balbuceaba penosamente ante un corro de unas veinte personas, mientras me derramaba media cerveza encima para hacer  la escena un poco más patética- Yo no sabía…



La perraca de la Cani había discutido al principio de la noche con su novio, el armario empotrado, y quiso darle celos. A un tío, que por menos de media palabra de aliento ya te miraba armando el brazo para reventarte a ostias. Sabía bien lo que se hacía la muy… No le importaba lo más mínimo el desgraciado de turno al que mandara su Tyson poligonero al hospital. Hija de puta.

En ese momento no tuve nada de miedo. De repente, sería por arte de magia o bien por la cantidad de alcohol y pirulas que llevaba en mi cuerpo, el caso es que esperaba con una calma incomprensible que me dejaran hecho un guiñapo. No me importaba la imagen que estaba dando al personal que se iba multiplicando alrededor, y menos aún a la repelente cuadrilla de Max. Casi que me creía Bruce Willis (con lo que lo detesto), ensangrentado, jodido y en las últimas, encendiéndose un cigarrillo con sonrisa socarrona, gastando barba de cuatro días, desaliñado, pero con un toque de hombre-hombre de esos que ya no quedan, mientras movía la cabeza al son de la música de los Two Doors Cinema Club. No me vinieron imágenes de mi vida, esperando el fatal desenlace (exageraría), pero sí de las últimas ocho cervezas y de los cuatro culos que habían hecho casi descoyuntarse mi cuello esa misma noche.



-          ¡Hijo puta, cabrón! – Esa voz me era familiar. Mi ángel de la guarda afeminado había venido al rescate y yo mientras, contra pronóstico, disfrutaba de aquel instante. Benditas sustancias prohibidas…



 (Seguirá…)




jueves, 12 de enero de 2012

Fartlek punk

No future


Nací mañana. Moriré pasado.
(Juan V Piqueras)



Hoy pasaba
y pasaba lento
anodino      D e s e s p e r a n t e.

Una llamada imprevista puede cambiar el ritmo del día.

Es y de pronto fue y sin saber porqué
ya nada será lo mismo.





lunes, 9 de enero de 2012

Si bebes no la cagues (IV)

Una Coixetoamiga** de Max. No todas son así de sexis, más bien todo lo contrario; pero adjunto la menos recalcitrante y la que más me pone.



(Sigue de unas ocho horas después de cometer la estupidez...)


Al salir del reconfortable cuarto de baño de Max, tras desordenarle todos los potingues y chuminadas de marras, tal y como mandan los viejos cánones de mis visitas, me dispuse a desayunar lo que me había preparado el buen samaritano de mi amigusilla*.

- ¡¡Maximiliano!! -Le cabreaba enormemente que le llamara así (y por eso lo hacía). Le recordaba a sus padres, cuando le echaban las crueles broncas que tanto rememora cuando está melancólicamente borracho. La bramada ¡Maximiliano Gutiérrez Castillo! era el preludio de un marronazo padre (y/o madre) y de varias tardes de severos castigos. Algo parecido ocurría cuando El Padre Urdaci, su tutor en los Escolapios, lo llamaba a filas de la misma guisa para alguna cabronada de cura amargado. A Max no le gusta demasiado hablar de su infancia, es más, suele omitir todo lo que puede cualquier circunstancia que le aconteciera antes de los quince años, tierna edad a la que Maximiliano Gutiérrez Castillo desapareció del mapa y prorrumpió, como de otra galaxia, el Max a secas que conocí hace ya veinte años casi, conocido también por sus coixetoamigas y amigusas**, como Maxi o Maximiliam. Bueno, el caso es que el adolescente Guti, como le llamaban los pajilleros alelados de su clase, un buen día decidió que estaba ya cansado de toda esa mierda de educación decimonónica, de padres biológicos y padres con sotana, y aprovechó una beca para irse a Londres a acabar el bachillerato en un college de mucho prestigio, moderno que te cagas y laico. Sobre todo muy, pero que muy laico. Sus padres no las tenían todas consigo, pero las magníficas notas de su hijo, el afán competitivo que le habían inculcado, el aprendizaje de idiomas y la cuantía económica de la beca, fueron motivos más que suficientes para convencer a los Gutiérrez (ya estaban hechos a lo anglosajón). Y dejaron volar a su polluelo. De su estancia en tierras inglesas adquirió cierta estética mod, con ciertos ramalazos traspunk y otros tantos que ya llevaba de fábrica y que allí se acrecentaron, hasta dilatarse del todo.

-¡Maaaaaxiii!...-  Grité de forma tan desagradable que mis sienes, estuvieron a punto de estallar, y me resonaron de golpe los excesos de la noche. Max no estaba. Me había dejado un desayuno digno de un hotel de lujo. Desde luego para estos detalles era único, el mejor. Aparte del paracetamol, había cortado la fruta que más me gustaba en trozos de bocado, como me gustaba; zumo de naranja bien fino y pasado, como me gustaba; café, leche, azucar morena, como me gustaba; y unos panecillos recién hechos con tomate restregado y jamón, como me gustaba. Qué cabrón. Es para quererlo; como a él le gustaba. Mientras engullía como un poseso, leí una nota que Max me había dejado en la mesa de la cocina, en una hoja morada, escrita con rotulador fino verde y corazones en vez de puntos en la íes (son las cosas que tienes que aguantar con él si quieres desayunar a cuerpo de rey):



Guapetón, que te aproveche el desayuno. Me  acaban de  llamar y tengo que irme a cubrir la baja de una compañera de forma urgente. Se trata de una entrevista a Javier Marlén, ¡¡uuuuhhhhh!!, debe ser mi día de suerte, con el morbo que me da el cacho perraco... Ya me podía dar a mí un repaso a lo Majón, majón, ¿no crees? Por cierto, luego te llamo para tomarnos unas cañas, y hablamos de tu affeire con Tetazas woman  y del negrito con dos cuartas de pescuezo... a-há... e invito yo, of course...a-há...

Besitos. Max, El Justiciero empastillado.



Me reí un momento hasta que recordé a la gorda... y joder, al negro de 2x2, madre mía, se me había olvidado por completo.... (Sonó el móvil y por unos instantes se me pasó la angustia que había empezado a viajar por mi estómago).

Sms de Daniela. Perdona, creo que fui un poco arisca contigo el otro día. Pero no es posible que seamos amigos. Espero que te vaya todo bien (añadiendo igualmente un emoticono absurdo, de esos que pretenden usurpar las palabras y emular un gesto humano, en su mayoría falso, forzado. Hipócrita).

Todo bien. Qué generalización más absurda. Que me vaya bien, qué, ¿el trabajo? ¿mi vida sexual? ¿mi vida sentimental? Y qué más... ¿Que gane mi equipo todos los domingos? ¿que me toque la loteria de Navidad? ¿que descubran este año un jarabe que elimine la alopecia en una noche? Pues eso. Que me vaya bien todo. Vaya una mierda de despedida.  Prefiero que me manden a  tomar por culo. Es más creible, y casi que me dejaría mejor cuerpo.

Los sms son un invento diabólico. Es más, si vas borracho pueden provocar verdaderas hecatombes. Ripios excesivamente intimistas, bochornosamente románticos. Palabras indignas desde la embriaguez, que salen de un exceso alcohólico-digital, de un tecleo gratuito. Casi indecente. Debería estar prohibido mandar sms en según que circunstancias. Y penar con carcel la reiteración, incluso.

*: Amigusilla; amigo sarasilla.
**:Coixetoamiga; amiga de Max, amante en cuerpo, estética y alma de Isabel Coixet.
      Amigusa; amigo sarasa de Max, amante en cuerpo, estética y alma de Maxi o Maximiliam.


Tras leer el sms, encendí la tele y me encontré con El Columpio Asesino. Se me quietaron todas las tonterías. Y lo flipe un rato.



sábado, 7 de enero de 2012

Otra vez Soledades Compartidas

¿Adivinad quién soy yo?


Voy a adentrarme en la muchedumbre. En el núcleo de la multitud y de la gran bola de mierda que configura.  La vorágine inhumanizada de la masa me atrae por la destrucción que en sí misma conlleva. ¿Masoquismo? Quizá. Aunque yo prefiero llamarlo Análisis Sociológico mediante Observación Participante. Morbosidad. Pura y dura. Luego vomito, me purgo, escucho la canción mutante, escribo y vuelvo a empezar.



ERRANTE (Canción Mutante)




viernes, 6 de enero de 2012

Camino a alguna parte




Al final los encuentros derrotarán a las despedidas - Le dijo su sombra al viajero -


El mito de la caverna 2.0 (O el minero enamorado)




Cuando más oscuro estaba,  abriste los ojos y todo me pareció distinto.


Noche perpetua. Cambiando cerveza por diálogo con Ajmámova.

Retrato de Anna Ajmátova por Nathan Altman


Estamos tan intoxicados uno del otro...

Estamos tan intoxicados uno del otro
Que de improviso podríamos naufragar,
Este paraíso incomparable
Podría convertirse en terrible afección.
Todo se ha aproximado al crimen
Dios nos ha de perdonar
A pesar de la paciencia infinita
Los caminos prohibidos se han cruzado.
Llevamos el paraíso como una cadena bendita
Miramos en él, como en un aljibe insondable,
Más profundo que los libros admirables
Que surgen de pronto y lo contienen todo.


(Ana Ajmátova)







lunes, 2 de enero de 2012

Tema para el día dos de cada mes.

"Si fumo más de lo normal y el tragaluz no está cerca evitaré, entre el ruido, ser reconocido. Entonces sí, te llamaré para anunciar que hay esperanza para todos".  (Jean Paul).






El dilema de Random DJ




Puede que no sea tan buena idea
mezclar paracetamol
alcohol     disofrol     tabaco
soledad
muchedumbre      algún que otro petardo
en la calle
y fuegos artificiales.

A veces me daría una buena ostia.
Hoy    Ahora mismo.
Pero no puedo casi
ni levantar los brazos.

Terapia de choque.

Escribir (te)
solucionará el problema
                     (Debo salir de este cuerpo
                      vacuo   mustio    inerte
                      casi inexistente).

Repeat mode. Pista uno.
   El resto
mañana se verá. O no.

Mañana se verá. Random mode.