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lunes, 9 de enero de 2012

Si bebes no la cagues (IV)

Una Coixetoamiga** de Max. No todas son así de sexis, más bien todo lo contrario; pero adjunto la menos recalcitrante y la que más me pone.



(Sigue de unas ocho horas después de cometer la estupidez...)


Al salir del reconfortable cuarto de baño de Max, tras desordenarle todos los potingues y chuminadas de marras, tal y como mandan los viejos cánones de mis visitas, me dispuse a desayunar lo que me había preparado el buen samaritano de mi amigusilla*.

- ¡¡Maximiliano!! -Le cabreaba enormemente que le llamara así (y por eso lo hacía). Le recordaba a sus padres, cuando le echaban las crueles broncas que tanto rememora cuando está melancólicamente borracho. La bramada ¡Maximiliano Gutiérrez Castillo! era el preludio de un marronazo padre (y/o madre) y de varias tardes de severos castigos. Algo parecido ocurría cuando El Padre Urdaci, su tutor en los Escolapios, lo llamaba a filas de la misma guisa para alguna cabronada de cura amargado. A Max no le gusta demasiado hablar de su infancia, es más, suele omitir todo lo que puede cualquier circunstancia que le aconteciera antes de los quince años, tierna edad a la que Maximiliano Gutiérrez Castillo desapareció del mapa y prorrumpió, como de otra galaxia, el Max a secas que conocí hace ya veinte años casi, conocido también por sus coixetoamigas y amigusas**, como Maxi o Maximiliam. Bueno, el caso es que el adolescente Guti, como le llamaban los pajilleros alelados de su clase, un buen día decidió que estaba ya cansado de toda esa mierda de educación decimonónica, de padres biológicos y padres con sotana, y aprovechó una beca para irse a Londres a acabar el bachillerato en un college de mucho prestigio, moderno que te cagas y laico. Sobre todo muy, pero que muy laico. Sus padres no las tenían todas consigo, pero las magníficas notas de su hijo, el afán competitivo que le habían inculcado, el aprendizaje de idiomas y la cuantía económica de la beca, fueron motivos más que suficientes para convencer a los Gutiérrez (ya estaban hechos a lo anglosajón). Y dejaron volar a su polluelo. De su estancia en tierras inglesas adquirió cierta estética mod, con ciertos ramalazos traspunk y otros tantos que ya llevaba de fábrica y que allí se acrecentaron, hasta dilatarse del todo.

-¡Maaaaaxiii!...-  Grité de forma tan desagradable que mis sienes, estuvieron a punto de estallar, y me resonaron de golpe los excesos de la noche. Max no estaba. Me había dejado un desayuno digno de un hotel de lujo. Desde luego para estos detalles era único, el mejor. Aparte del paracetamol, había cortado la fruta que más me gustaba en trozos de bocado, como me gustaba; zumo de naranja bien fino y pasado, como me gustaba; café, leche, azucar morena, como me gustaba; y unos panecillos recién hechos con tomate restregado y jamón, como me gustaba. Qué cabrón. Es para quererlo; como a él le gustaba. Mientras engullía como un poseso, leí una nota que Max me había dejado en la mesa de la cocina, en una hoja morada, escrita con rotulador fino verde y corazones en vez de puntos en la íes (son las cosas que tienes que aguantar con él si quieres desayunar a cuerpo de rey):



Guapetón, que te aproveche el desayuno. Me  acaban de  llamar y tengo que irme a cubrir la baja de una compañera de forma urgente. Se trata de una entrevista a Javier Marlén, ¡¡uuuuhhhhh!!, debe ser mi día de suerte, con el morbo que me da el cacho perraco... Ya me podía dar a mí un repaso a lo Majón, majón, ¿no crees? Por cierto, luego te llamo para tomarnos unas cañas, y hablamos de tu affeire con Tetazas woman  y del negrito con dos cuartas de pescuezo... a-há... e invito yo, of course...a-há...

Besitos. Max, El Justiciero empastillado.



Me reí un momento hasta que recordé a la gorda... y joder, al negro de 2x2, madre mía, se me había olvidado por completo.... (Sonó el móvil y por unos instantes se me pasó la angustia que había empezado a viajar por mi estómago).

Sms de Daniela. Perdona, creo que fui un poco arisca contigo el otro día. Pero no es posible que seamos amigos. Espero que te vaya todo bien (añadiendo igualmente un emoticono absurdo, de esos que pretenden usurpar las palabras y emular un gesto humano, en su mayoría falso, forzado. Hipócrita).

Todo bien. Qué generalización más absurda. Que me vaya bien, qué, ¿el trabajo? ¿mi vida sexual? ¿mi vida sentimental? Y qué más... ¿Que gane mi equipo todos los domingos? ¿que me toque la loteria de Navidad? ¿que descubran este año un jarabe que elimine la alopecia en una noche? Pues eso. Que me vaya bien todo. Vaya una mierda de despedida.  Prefiero que me manden a  tomar por culo. Es más creible, y casi que me dejaría mejor cuerpo.

Los sms son un invento diabólico. Es más, si vas borracho pueden provocar verdaderas hecatombes. Ripios excesivamente intimistas, bochornosamente románticos. Palabras indignas desde la embriaguez, que salen de un exceso alcohólico-digital, de un tecleo gratuito. Casi indecente. Debería estar prohibido mandar sms en según que circunstancias. Y penar con carcel la reiteración, incluso.

*: Amigusilla; amigo sarasilla.
**:Coixetoamiga; amiga de Max, amante en cuerpo, estética y alma de Isabel Coixet.
      Amigusa; amigo sarasa de Max, amante en cuerpo, estética y alma de Maxi o Maximiliam.


Tras leer el sms, encendí la tele y me encontré con El Columpio Asesino. Se me quietaron todas las tonterías. Y lo flipe un rato.