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martes, 21 de septiembre de 2010

CRÓNICAS DESDE TURQUÍA (III) El Referéndum


Referéndum Turco: ¿Democratización del Islam o Islamización de la democracia?

Desde mi llegada a Turquía, me topé con un país inundado de propaganda electoral, de cara al Referéndum de marras, en el que, siempre desde la versión institucional de Erdogán (primer ministro), los otomanos votando SI (la inmensa mayoría de la publicidad rezaba así, por supuesto), acercarían a su nación a los preceptos de adhesión a la UE, y por ende, podrían culminar así el proceso de modernización turco.
Todo ello a razón de ventiséis enmiendas a la actual Constitución (de 1982, a propuesta de la anterior junta militar), y de restar poder al ejército, defensor del carácter laico y unitario de Turquía; además de dotar al Parlamento de potestad a la hora de nombrar a miembros del Consejo Superior del Poder Judicial.
Todo esto, como digo, es la cara A del disco. Todo muy bonito; maravilloso, y tras la victoria del EVET (si, en turco), aplaudido por Obama y sus secuaces amigos europeos.
En nuestra visita por la parte Asiática de Estambul, conocimos accidentalmente a un profesor universitario, que durante toda una tarde estuvo ilustrándonos a cerca del problema turco y el Referéndum. Gracias a su generosa aportación, pude conocer que un musulmán puede ser socialista (aunque agazapado), islamista, pero pacifista y racional, y lo que más me interesaba; que hay una cara B en el disco triunfador de Erdogán:
En Turquía conviven (es un decir) Suníes, Islamistas mayoritarios; Chiíes, Alevíes entre éllos, que suponen casi un 30% de la población (que se sienten desplazados por el poder establecido), y una minoría cristiana. A esta división religiosa, hay que unir, la étnica, sobre todo la de los Kurdos, con el conflicto patente y latente en plena efervescencia.
La oposición y el NO han unido extraños compañeros de viaje. Por un lado, a tradicionalistas, militares, judicatura y altos funcionarios, por razones obvias; por otro, a los kurdos (aunque la mayoría de ellos pedían la abstención), por razones aplastantes… y por último, a no pocos intelectuales progresistas laicos. ¿Pero porqué éstos últimos?, me preguntaba.
La respuesta la he tenido tras la victoria holgada del SI institucional, al volver a España. Una parte importante de la población turca, teme y duda (con mucha razón), que el plan de Erdogán y los suyos sea la de convertirse en un gobierno más autoritario de lo que ya es, pese al maquillaje actual, y vaya hacía una Islamización progresiva, con el beneplácito de los más radicales. Una pista para esta duda razonable es la del cambio del control judicial y la sospecha de querer dominar el Tribunal Constitucional, y así el sistema jurídico.
Suena a una cantinela, por desgracia, bien conocida en la zona. ¿Podría ser Turquía el Irán del Siglo XXI? ¿Se podrá democratizar el Islam, como proclaman los optimistas, y serán los turcos sus grandes valedores? ¿O por el contrario, se Islamizará la democracia otomana, como vaticinan los pesimistas?
La respuesta, para bien o para mal, la tendremos probablemente durante esta década. Habrá que estar muy atentos.