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jueves, 1 de julio de 2010

ASIMETRÍAS DE LA GLOBALIZACIÓN, HUELGAS A LA CARTA Y REVOLUCIONES CON PAÑUELOS DE LOEWE.





Tienes mala cara, Carlos. Me decían esta mañana en el trabajo. Y claro, no me quedaba otra que contar una patraña, pero en realidad es que he tenido una pesadilla; me he despertado horrorizado y ya no he podido dormir, como siempre me pasa… (“Jota” dixit).
Soñé que los mismos que nos habían llevado a la ruina; banqueros, constructores y abogados, tras una serie de plagas y desgracias a la egipcia, daban la vuelta a la tortilla mundial y nos la daban a la griega. Si, vamos, que nos daban por culo a base de bien.
Soñé que un señor calvo con gafas y mejor alimentado que un obispo, dirigía dicho clan en España, dictando moral y doctrina allende del país, a la par que declaraba en quiebra sus propias empresas y dejaba en la calle a miles de trabajadores. Estos, “mileuristas” de vocación, para su gran jefe, se veían sin trabajo y sin cobrar los últimos tres meses de empleo, pero respiraban aliviados al ver que el calvo con gafas no perdía ni un solo kilo de su orondo cuerpo, y por supuesto ni una sola de sus posesiones y cuentas millonarias en Suiza.
Soñé que los presidentes de los Estados Nacionales, acogotados por aquellos, acarreaban las culpas y los castigos a los más desgraciados, siguiendo directrices a la antigüa usanza. La ley del látigo y del que “a quien dios se la dé, que San Pedro se la bendiga”.
Soñé entonces, que los vilipendiados se reunieron, y a través de sus organizaciones sociales y sindicales convocaron diferentes huelgas. Sin embargo, al que le daba por hacerla de verdad, le sometían a escarnio público, tanto la clase política como los medios-masa, e incluso el mismísimo Rouco Varela. Se les escarmentaba pues, y al día siguiente debían rectificar como los niños malos, malísimos. La huelga a la carta estaba servida: Que a nadie le falte de nada, y niño, ponme otra de gambas rojas (recochineo encima), se oía de fondo al calvo con gafas, cada día más gordo aún. Y si no, coño, que hagan huelgas a la japonesa; comentaba en su editorial un afamado director de periódico (al que curiosamente también le encantaba el color rojo en la intimidad).
El sueño se tornó a pesadilla y el infierno onírico se convirtió en tortura, cuando varias señoras recién salidas de la peluquería, con tintes inmaculados, mechas de manual y pañuelos de Loewe, se concentraban en céntricas calles de capitales españolas, a la voz de “A las mariscadas…” (o así lo entendía yo en el sueño, pero no me hagáis caso, a esas alturas del cuento sudaba mucho y casi estaba alucinando). Todas con caras marcadas de odio, y maquillaje del caro, se erigían como las sucesoras postmodernas del Ché y cambiaban el “Manifiesto Comunista” por el nuevo número del “Cosmopolitan”.
Joder como ha cambiado el cuento… pensé, mientras despertaba definitivamente.
Y así me encuentro. En el trabajo, con ojeras, muy mala leche, y sobre todo, sin gana alguna de abrir el periódico. Por si acaso.
Ya podía soñar yo con Sara Carbonero y Pilar Rubio, como dios manda.

Pd: Cualquier parecido del sueño con la realidad es pura coincidencia. Como que el personal elegido a dedo del ayuntamiento sea familiar del concejal, que el AVE tenga una parada inesperada en uno terrenos de Guadalajara propiedad de la familia del marido de Esperanza Aguirre, que toda la familia de Manolo Chaves tenga su culo caliente en una silla de la Junta, que el Vaticano sea máximo accionista de una marca de preservativos o que la CIA hiciese pruebas con aviones comerciales teledirigidos cerca de Oceanía dos años antes del 11-s.