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viernes, 11 de junio de 2010

Esperando a Martinez Caler



Cuando finalizaba noviembre del año pasado, la prensa recogía la información de que Francisco Fernández, conocido en el mundillo atlético como “Paquillo”, estaba siendo investigado por la Guardia Civil, en el seno de la denominada por la benemérita, “Operación Grial”, por supuesta relación con una trama de dopaje. Sólo eran rumores, pero estos se extendían más rápido que un cotilleo en la puerta de Tele 5. Las informaciones en la “prensa seria” eran cada vez más detalladas y fidedignas. Contra las cuerdas, el atleta, aconsejado por sus abogados (avezados en lides similares con diferentes ciclistas) decidió montar un circo mediático para declarar su error, y clamar su “sincerísimo” arrepentimiento. Contó, apenado, una monserga diseñada por sus defensores profesionales, apoyándose en la manida historia de los “juguetes rotos” que crea la sociedad, y blablablá, blabablá, blablablá.…
Total, que tenía sustancias ilícitas en casa; si. Que el diablillo que tenemos todos en la cabeza le tentó; vale. Pero, que haciendo de tripas corazón, almacenara toda la droga incautada por si acaso, al diablillo le daba por ser convincente… Coño, Paco, ¡eso ya no se lo cree ni un niño viendo a Bob Esponja!
Puerilidades a parte, a nadie con dos dedos de frente se le escapa, que la jugada estaba perfectamente planificada por expertos juristas, que movieron los hilos precisos para que su cliente saliera lo mejor parado posible, una vez pillado con el “carrito de los helados”. Todo legal, por supuesto. Legítimo no tanto. Lo primero era salvar el pellejo económico (la pela es la pela, ya se sabe), y después si se podía, dar el perfil del niño que no ha matado ni una mosca. Pero eso hoy en día ya no cuela. La Administración, en materia de Sanidad y Deporte, escarmentada por el bofetón que el COI le dio a la candidatura olímpica de Madrid, por sus “descuidos” en la lucha contra el doping, ya no está para mirar hacia otro lado. Necesita ofrecer al exterior pruebas de que aquí se persigue a los tramposos como en Francia, Italia o Alemania, por mucha figura que pudiera caer en el intento. Y así con todo, Paquillo cumple con los requisitos. Campeón de casi todo, en el ocaso de su carrera (llevaba dos años sin éxitos internacionales) y con mucho tirón mediático. Me temo que esto no hubiera ocurrido hace cinco o seis años. Estoy convencido.
Sancionado ya de facto y habiéndose descubierto las vergüenzas de la operación poco a poco (todavía puede quedar alguna sorpresa mas), sigo esperando a que el Ilustrísimo Presidente de la Diputación de Granada se presente en rueda de prensa, y se retracte del sainete perpetrado el pasado día 12 de febrero, en una sede OFICIAL y PÚBLICA (es decir, en la propia Diputación). Que Paquillo quiera protagonizar una película de ciencia ficción de forma privada, pase; pero que la realice, produzca y ejecute en un espacio público, con el beneplácito y el arropo de un alto cargo de la Administración y por ende, del dinero de los ciudadanos, no tiene por donde sostenerse. El logotipo de la Excelentísima Diputación está manchado de restos de eritropoyetina. Sólo podría limpiarlo el Sr Martínez Caler, haciendo uso de su propia palabra (si la tiene), al prometer que se sentaría en esa misma silla, si se demostrara la culpabilidad de su defendido, y se desdeciría de lo allí orquestado aquel día.
Ya han pasado más de cuatro meses. Y todavía seguimos esperando. No habrá que desesperar, ya que un oportunista al uso como éste puede aparecer en cualquier momento. El Granada c de f, por ejemplo, después de llamar un año entero a su puerta y no obtener respuesta alguna de este señor, curiosamente se lo encontró de bruces, bufanda rojiblanca al cuello, cuando el ascenso ya estaba cantado.
De paso, si se digna el Sr Presidente, podría explicar de paso, porqué ese empecinamiento en mantener el sueldo de 30.000 euros anuales al atleta sancionado (vía dinero público, claro) por “dirigir” (esto daría para otro articulo muy largo) el Centro de Alto rendimiento de Marcha en Guadix. Menos mal que vino “mamá” Junta de Andalucía y les quitó el caramelo a estos niños traviesos…