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viernes, 28 de mayo de 2010

Ventidós años después.



Me alegro sinceramente por el ascenso del Granada c de f, y lo hago sobre todo por la savia que emana de los/as aficionados/as y socios/as de nueva cuña. Por los de rancio abolengo también, pero no tanto. Me explico. Si ves fotos de los últimos ascensos del Granada a la división de plata, en Algeciras (82/83) o en Zaragoza (85/86), se puede observar una media de edad entre los seguidores de unos 40 o 50 años, y apenas mujeres entre ellos; mientras que ahora, el 80% no llega a los 25 y casi están a la par ellas. Como envidio ese dato… Sin duda, han sido los que han puesto el color, la pasión y la juventud necesaria para empujar y animar, un grano de arena fundamental para este cambio definitivo.
En mi experiencia como socio y seguidor a ultranza de los rojiblancos (1980-2001) siempre me vi rodeado de pensionistas varones (con todos mis respetos para los mismos) en mi plaza 140 de la fila 16 en la preferencia del marcador. Cuando hablaba en el instituto de crear un grupo de seguidores para ir al viejo Los Cármenes, el personal me miraba como a un bicho raro y la mofa general no se hacía esperar.
Me alegro sinceramente por esos chavales y parejas jóvenes con vástago incluido, embutidos en las camisolas de su club, pese a caer a la humillante 3ª división por impago, vagar por la misma cuatro largos años, y por fin, volver al mismo agujero en el que nos habíamos sumido casi durante dos décadas.
Me alegro sinceramente por las celebraciones autóctonas (ya era hora de celebrar algo que no fuera del Madrid o del Barcelona), y sobre todo, por el civismo y la ausencia de barbarie típica en estos fastos. Un ejemplo, sin duda, del que puedo jactarme, y bien que lo llevo haciendo varios días.
Sólo espero una cosa. Que los que todos sabemos no vengan ahora a apuntarse al carro de moda, al caballo ganador, y asesinen de cuajo una ilusión que se la han labrado unos pocos a golpe de fe… y de Pina, claro.
Por cierto, el presidente sabía que esto podía ser un negocio. Ahora ya sabe que también es un sentimiento. ¿Podrán respetarlo entre todos?

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