Los gafapastas, la gorda, la China Patino y el camarero feo de cojones.
Típico amigo de Max "flequillo Belieber"
Ella también podría ser del grupo de amigas gafapastas de Max
Un instante antes de cometer la estupidez (Creo recordar).
La chica gorda no dejaba de mirarme, o eso creía yo. De hecho, me cercioré de que no hubiese nadie alrededor que no fueran marusas y/o gafapastas de uno y otro sexo, y que mi parte de la barra estuviese gobernada por el camarero menos agraciado de la sala; de hecho era un adefesio de culto (pero qué gran profesional, qué manera de poner copas a dos manos). La dulce oronda de tetas descomunales no parecía ser de ni una de las dos condiciones (marusa y/o gafapastas), y como no tenía nada mejor que hacer, decidí acercarme y recitar algo ingenioso y sublime, a mi altura.
- Qué tal, chica gorda.
- Ahora mejor. Puedo ver tu paquete de cerca. Me estaba dejando la vista...
- ¡Vaya, que chica tan gorda y tan directa! -No sé si lo pensé, o lo solté a viva voz. All in a la opción B. Fijo.
Sonaba Cycle. Antes lo hicieron The Pinker Tones y unas mezclas de Elastic band. El personal parecía sobreexcitarse por momentos, y a mí, la China Patino siempre me puso bastante. Ya tenía mi modelo en mente para chica gorda. Ella ponía sus inconmensurables tetas y yo las cervezas, una detrás de otra, que la imaginación haría el resto. Y el mdma de los amigos muerdemangas Vs almohadas de Max contribuiría a una noche llena de amor (dentro de una gorda). La noche empezaba a ponerse interesante. Otra cerveza y…Girl I gotta tell ya... Confusion!
Tras varios bailes descoordinados y varios restregones, mi gorda y yo (que ya había confianza) volvimos a la barra del grotesco, a la par que gran profesional, barman. De camino aproveché la ocasión para mirar con desprecio a Max y a sus amigas, discípulas de Simone de Beauvoir, de conversaciones inaguantables y caras de acelga, y a su séquito de truchas con gafas de colores, flequillos Belieber (como Justin, pero más gay) y pantalones de pitillo estrangulapelotas. Max miraba estremecido las mamellas de la pava, él, tan melodramático como siempre, incapaz de disimular, por muy julay que sea, la admiración que siente por una buena pechera.
-Tu amigo, el afeminado, no deja de mirarme las tetas – decía sin parar de reír mi Venus Ericina.
- Bueno, no es el único, gorda… y ya que estamos intimando, para no llevarnos un chasco, dime, ¿te gusta la música indie/pop/noise, o prefieres algo más tecno dance?
- ¿Qué? No te equivoques, yo vengo aquí porque entro gratis y me pasan de todo. A mí me van más Miguel Tosé, El espanto del loco… ya sabes, lo que ponen en los 40 Demenciales.
- No, si era por confirmar… Y de Baudelaire, Hemingway, Mann o Cortázar, cómo andamos.
- A esos no les he oído…
-Excelente. Entonces no hablaremos ni de Nietzsche, ni de Freud, ni del postpopperismo, ni de La naranja mecánica, ni de Lars Von Trier, ni de Godard, ni de…
-Pero, qué es toda esa mierda que sueltas por la boca, ¿pospopequé?
-Me vale. Justo lo que buscaba.
- ¿Qué dices?
-Sólo pensaba…
-Pues lo haces en voz alta, qué guay… -decía sin parar de reír mi diosa cani XXL- Oye..-de pronto se puso seria- ¿tú crees que estoy gorda?
-¿Gorda? No, preciosa. Abultada, algo rechoncha, rolliza, un pelín cebona, y quizás un poco mofletuda. Pero molas, gorda.
-Chachi. Tú sí que molas (mazo)- Esto último lo dijo con un tono sensual a lo Jean Arthur, y claro, terminó por desarmarme. Del todo. Así que tuve que responder como lo hubiera hecho cualquier galán de los años treinta.
-¿Vamos al servicio, encanto?
La gente saltaba. Las luces rojas invadían la sala. Volvía a sonar la China Patino. Volvía a afilar su mirada la arpía de Max. No le hice ni caso y volví a pedir dos cervezas a mi camarero favorito. Para el camino.
Cycle, con la China Patino... y Confusion!
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